martes, 7 de octubre de 2008

Enceguecido

¡Era tan bella que mis ojos se enceguecieron!
No podían dejar de mirar su resplandor.
Ella desfiguraba el entorno con su oscuro cabello,
su piel blanca y esa mirada profunda, pegada en el infinito. Escuchaba música
y jamás imagino aquel estruendo que generaba en mis ojos, cada vez que se tomaba el pelo para sacarlo de su cara cuando el viento la golpeaba suavemente a través de la ventana.

Iosephus

2 comentarios:

Gabriela dijo...

que dulzura de cuento... en tan pocas palabras, muchas veces se dicen muchas cosas, asi como los sentimientos que son tan sencillos y nos avocamos en darle vueltas y vueltas inecesarias
me ha gustado la simpleza de la contemplación con que el escritor (tú) has admirado... la belleza

Atte

Gabi

Gabriela dijo...

ESCRIBE! sigue así



ANIMO JOSÉ!

:D