No podían dejar de mirar su resplandor.
Ella desfiguraba el entorno con su oscuro cabello,
su piel blanca y esa mirada profunda, pegada en el infinito. Escuchaba música
y jamás imagino aquel estruendo que generaba en mis ojos, cada vez que se tomaba el pelo para sacarlo de su cara cuando el viento la golpeaba suavemente a través de la ventana.
Iosephus
2 comentarios:
que dulzura de cuento... en tan pocas palabras, muchas veces se dicen muchas cosas, asi como los sentimientos que son tan sencillos y nos avocamos en darle vueltas y vueltas inecesarias
me ha gustado la simpleza de la contemplación con que el escritor (tú) has admirado... la belleza
Atte
Gabi
ESCRIBE! sigue así
ANIMO JOSÉ!
:D
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